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Comunidad: Comunidad Valenciana
Convocatoria: Septiembre de 2001
Modalidad: LOGSE - Humanidades y Ciencias Sociales
Ejercicio: 2º Ejercicio
Asignatura: Historia de la Filosofía
Obligatoriedad: Obligatoria en la Opción de Humanidades y optativa entre otras
Duración: 90 minutos
Baremo: El alumno comentará, dentro de la opción que elija, el texto del autor que ha trabajado en clase.
Cuestiones: 1ª ... hasta 2,5 puntos; 2ª ... hasta 2,5 puntos. Redacción: ... hasta 5 puntos.

Opción primera

I. Texto

Había estudiado un poco, cuando era más joven, de las partes de la filosofía, la lógica, y de las matemáticas, el análisis de los geómetras y el álgebra, tres artes o ciencias que debían, al parecer, contribuir algo a mi propósito. Pero cuando las examiné, hube de notar que en lo tocante a la lógica, sus silogismos y la mayor parte de las demás instrucciones que da, más sirven para explicar a otros las cosas ya sabidas o incluso, como el arte de Lulio, para hablar sin juicio de las ignoradas, que para aprenderlas. Y si bien contiene, en verdad, muchos buenos y verdaderos preceptos, hay, sin embargo, mezclados con ellos, tantos otros nocivos o superfluos, que separarlos es casi tan difícil como sacar una Diana o una Minerva de un bloque de mármol sin desbastar. Luego, en lo tocante al análisis de los antiguos y al álgebra de los modernos, aparte de que no se refieren sino a muy abstractas materias, que no parecen ser de ningún uso, el primero está siempre tan constreñido a considerar las figuras, que no puede ejercitar el entendimiento sin cansar grandemente la imaginación; y en la segunda, tanto se han sujetado sus cultivadores a ciertas regla y a ciertas cifras, que han hecho de ella un arte confuso y oscuro, bueno para enredar el ingenio, en lugar de una ciencia que lo cultive. Por todo lo cual, pensé que había que buscar algún otro método que juntase las ventajas de esos tres, excluyendo sus defectos. Y como la multitud de leyes sirve muy a menudo de disculpa a los vicios, siendo un Estado mucho mejor regido cuando hay pocas, pero muy estrictamente observadas, así también, en lugar del gran número de preceptos que encierra la lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes, supuesto que tomase una firme y constante resolución de no dejar de observarlos una vez siquiera.

Fué el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.

El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución.

El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, es incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.

Y el último, hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.

Esas largas series de trabadas razones muy plausibles y fáciles, que los geómetras acostumbraran a emplear, para llegar a sus más difíciles demostraciones, habianme dado ocasión de imaginar que todas las cosas, de que el hombre puede adquirir conocimiento, se siguen unas a otras en igual manera, y que, con sólo abstenerse de admitir como verdadera una que no lo sea y guardar siempre el orden necesario para deducirlas unas de otras, no puede haber ninguna, por lejos que se halle situada o por oculta que esté, que no se llegue a alcanzar y descubrir. Y no me cansé mucho en buscar por cuáles era preciso comenzar, pues ya sabía que por las más simples y fáciles de conocer; y considerando que, entre todos los que hasta ahora han investigado la verdad en las ciencias, solo los matemáticos han podido encontrar algunas demostraciones, esto es, algunas razones ciertas y evidentes, no dudaba que había que empezar por las mísmas que ellos han examinado, aun cuando no esperaba sacar de aquí ninguna otra utilidad, sino acostumbrar mi espíritu a saciarse de verdaderas y a no contentarse con falsas razones.

R. Descartes. Discurso del método

I. Cuestiones

  1. Analice el alumno el significado que en el texto tiene la noción de método.
  2. Explique el alumno cómo argumenta Descartes la suposición de que "no puede haber ninguna (cosa) ... que no se llegue a alcanzar y descubrir".

I. Redacción

Valor del método para el conocimiento científico y para la moral.

II. Texto

Cuando sentimos una pasión o emoción de cualquier género, o tenemos las imágenes de objetos externos transmitidas por nuestros sentidos, la percepción de la mente es lo que él llama una impresión, que es una palabra que emplea en un sentido nuevo. Cuando reflexionamos sobre una pasión o un objeto que no está presente, esta percepción es una idea. Impresiones, por lo tanto, son nuestras percepciones vívidas y fuertes; ideas son las más pálidas y débiles. Esta distinción es evidente; tan evidente como la que hay entre sentir y pensar.

La primera proposición que anticipa, es que todas nuestras ideas, o percepciones débiles, son derivadas de nuestras impresiones, o percepciones fuertes, y que nunca podemos pensar en cosa alguna que no hayamos visto fuera de nosotros, o sentido en nuestras propias mentes. Esta proposición parece ser equivalente a aquella que tanto esfuerzo les costó establecer al Sr. Locke, a saber, que no hay ideas innatas. Sólo cabe observar, como una inexactitud de ese famoso filósofo, que comprende todas nuestras percepciones bajo el término de idea, en el cual sentido es falso que no tengamos ideas innatas. Pues es evidente que nuestras percepciones más fuertes, o impresiones, son innatas, y que la afección natural, el amor a la virtud, el resentimiento, y todas las demás pasiones, surgen inmediatamente de la naturaleza. Estoy persuadido de que quienquiera que considerase la cuestión a esta luz, sería fácilmente capaz de reconciliar todas las partes. El Padre Malebranche se encontraría en un atolladero para señalar un pensamiento de la mente que no representase algo antecedentemente sentido por ella, o bien internamente, o por medio de los sentidos externos; y tendría que admitir que aun cuando podamos componer y mezclar, y aumentar, y disminuir nuestras ideas, todas ellas son derivadas de estas fuentes. El Sr. Locke, por otra parte, reconocería fácilmente que todas nuestras pasiones son un género de instintos naturales, no derivadas sino de la constitución original de la mente humana.

Nuestro autor piensa, "que ningún descubrimiento podría haberse hecho mas felizmente para decidir todas las controversias relativas a las ideas que este: que las impresiones son siempre los precedentes de ellas, y que toda idea con que sea equipada la imaginación, hace primeramente su aparición en una correspondiente impresión. Estas últimas percepciones son todas tan claras y evidentes, que no admiten controversia; si bien muchas de nuestras ideas son tan oscuras, que es casi imposible incluso para la mente, que las forma, decir exactamente su naturaleza y composición". Dea cuerdo con ello, cuando una idea es ambigua, nuestro autor apela siempre al recurso a la impresión, que ha de tornarla clara y precisa. Y cuando sospecha que un término filosófico no tiene idea alguna aneja a él (como es harto común) pregunta siempre ¿de qué impresión se deriva esta idea? Y si no puede aducirse impresión alguna, concluye que el término es del todo irrelevante. De esta manera es como examina nuestra idea de sustancia y esencia; y sería de desear que este riguroso método fuese más practicado en todos los debates filosóficos.

D. Hume. Un compendio de un tratado de la naturaleza humana

II. Cuestiones

  1. Analiice el alumno el significado que da Hume en el texto a la noción "idea", y cómo distingue su propia noción de la de Locke.
  2. Explique el alumno en qué consiste el "recurso a la impresión", y cuál es su utilidad para el conocimiento humano.

II. Redacción

La experiencia y la validez del conocimiento humano.


Opción segunda

I. Texto

En las épocas anteriores de la historia hallamos casi por doquier una total división de la sociedad en diversas clases, un múltiple escalonamiento de las posiciones sociales. En la antigua Roma tenemos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en el Medioevo tenemos señores feudales, vasallos, maestros, oficiales, siervos y, por añadidura, en casi cada una de estas clases hay, a su vez, gradaciones particulares. La sociedad burguesa moderna surgida del ocaso de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Sólo ha sustituido las antiguas clases, condiciones de la opresión y formas de la lucha por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue empero por el hecho de haber simplificado los antagonismos de clase. Toda la sociedad se distingue cada vez más en dos bandos hostiles, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente entre sí; la burguesía y el proletariado. De los siervos de la Edad Media surgieron los villanos de las primeras ciudades; a partir de esta clase urbana se desarrollaron los primeros elementos de la burguesía. El descubrimiento de América, la circunnavegación del Africa crearon nuevos terrenos para la burguesía en ascenso. Los mercados de las Indias Orientales y de la China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la incrementación de los medios de cambio y de las mercancías en general proporcionaron al comercio, a la navegación y a la industria un auge jamás conocido, y con ello una rápida evolución al elemento revolucionario dentro de la sociedad feudal en desintegración. La explotación feudal o gremial de la industria, imperante hasta entonces, ya no bastaba para satisfacer las necesidades, crecientes con los nuevos mercados. Su lugar fue ocupado por la manufactura. Los maestros de los gremios fueron desplazados por la clase media industrial; la división del trabajo entre las diversas corporaciones desapareció ante la división del trabajo dentro del propio taller individual. Pero los mercados crecían constantemente, la demanda aumentaba de continuo. Tampoco la manufactura resultaba ya suficiente. Entonces, el vapor y la maquinaria revolucionaron la producción industrial. El lugar de la manufactura fue ocupado por la gran industria moderna y el de la clase media industrial por los millonarios industriales, los jefes de ejércitos industriales enteros, los burgueses modernos. La gran industria ha instaurado el mercado mundial preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial ha dado origen a un desarrollo inconmensurable del comercio, la navegación y los ferrocarriles, se desarrolló la burguesía, incrementó sus capitales y relegó a un plano secundario a todas las clases heredadas de la Edad Media. Vemos, pues, que la propia burguesía moderna es producto de un prolongado curso evolutivo, de una serie de revoluciones en los modos de producción y tráfico. Cada una de estas etapas evolutivas de la burguesía estuvo acompañada por un correspondiente progreso político.

K. Marx. Manifiesto comunista

I. Cuestions

  1. Analice el alumno el significado que Marx a en el texto a la noción "antagonismo de clase".
  2. Explique el alumno en qué sentido afirma el autor que "la propia burguesía moderna es producto de un prolongado curso evolutivo".

I. Redacción

Clases sociales y formas de organización política del estado.

II. Texto

¿De dónde procede en el mundo entero, en esta constelación, el impulso hacia la verdad? En un estado natural de las cosas el individuo, en la medida en que se quiere mantener frente a los demás individuos, utiliza el intelecto y la mayor parte de las veces solamente para fingir, pero, puesto que el hombre, tanto por necesidad como por hastío, desea existir en sociedad y gregariamente, precisa de un tratado de paz, y de acuerdo con éste, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum omnium contra omnes. Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese misterioso impulso hacia la verdad. En este mismo momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser "verdad", es decir, se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de verdad, pues aquí se origina por primera vez el contraste entre verdad y mentira. El mentiroso utiliza las designaciones válidas, las palabras, para hacer aparecer lo irreal como real; dice, por ejemplo, "soy rico" cuando la designación correcta para su estado sería justament "pobre". Abusa de las convenciones consolidadas haciendo cambios discrecionales, cuando no invirtiendo los nombres. Si hace esto de manera interesada y que además ocasiones perjuicios, la sociedad no confiará ya más en él y, por este motivo, lo expulsará de su seno. Por eso los hombres no huyen tanto de ser engañados como de ser perjudicados mediante el engaño; en este estadio tampoco detestan en rigor el embuste, sino las consecuencias perniciosas, hostiles, de ciertas clases de embustes. El hombre nada más que desea la verdad en un sentido análogamente limitado: ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos. Y, además, ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje? ¿Son quizá productos del conocimiento del sentido de la verdad? ¿Concuerdan las designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las realidades?

F. NIEZSCHE. Sobre verdad y mentira

II. Cuestiones

  1. Analice el alumno el significado que el autor da en el texto a la noción de "verdad".
  2. Explique el alumno cómo argumenta Nietzsche la afirmación: "los hombres no huyen tanto de ser engañados como de ser perjudicados mediante el engaño"..

II. Redacción

El valor y los riesgos de la búsqueda de la verdad.

Última modificación de esta página: 3 de junio de 2003